sábado, 27 de agosto de 2011

FE DEL INGENIERO


SOY UN INGENIERO. Me siento orgulloso de mi profesión, pero sin vanagloriarme; con ella he contraído obligaciones solemnes que estoy impaciente por cumplir. Como ingeniero, sólo participaré en actividades honestas y a aquel que haya contratado mis servicios, como empleador o como cliente, rendiré al máximo de mi capacidad y de mi lealtad.

Cuando el bien común así lo demandare, pondré a su servicio todos mis conocimientos y habilidades. Las capacidades especiales traen consigo la obligación de emplearlas en provecho de la humanidad y por lo tanto acepto el reto que ello implica.

Celoso de la alta reputación de mi profesión, haré lo posible por proteger los intereses y buen nombre de cualquier colega que considere merecedor de ello, pero no retrocederé, si el deber me lo impone, en revelar la verdad sobre cualquiera, que valiéndose de una acción inescrupulosa, se haya mostrado indigno de la profesión.

Desde la edad de piedra, el progreso humano ha estado condicionado por el genio de los antepasados de mi profesión. Por ellos la naturaleza humana ha podido interpretar la utilización de sus vastos recursos materiales y energéticos, y a ellos se debe también el haberle dado vida - y puesto en práctica - a los principios de la ciencia y las revelaciones de la tecnología.

Si no fuera por esta herencia de experiencia acumulada, mis esfuerzos serían vanos. Por lo tanto, me dedicaré a la divulgación de los conocimientos sobre la ingeniería y de manera muy especial a transmitirlos en todas sus artes y tradiciones a las nuevas generaciones dentro de la profesión.

Prometo a mis compañeros, en la misma medida que lo solicito de ellos, integridad y honesto desempeño, tolerancia y respeto, y el acatamiento a las normas y a la dignidad de la profesión; siempre con el convencimiento de que nuestra experiencia conlleva la obligación de servir a la humanidad con sinceridad completa.

Tomado del Manual de Procedimiento del American Institute of Consulting Engineers.